
Edipo. No he conseguido encontrar el autor. Fuente de la imagen.
El More London Festival ofrece este agosto un programa doble de clásicos teatrales griegos en the Scoop. GRATIS. La compañÃa es muy competente y, aunque no me pusieran la carne de gallina desplegaron grandes ideas, momentos de gran belleza, algunas risas y mucha filosofÃa detrás de la fábula de la familia maldita.
Más que contar las historias, necesito compartir lo que estas grandes obras de teatro me han llevado a reflexionar. Edipo está condenado por su destino. No puede escapar a su sino, ni siquiera le ayuda mucho conocerlo. Asà que, ¿qué sentido tendrÃa luchar contra él? Creo en el destino un poco más de lo que creo en los dioses. O sea, que a veces creo que sà que tengo un destino, que haga lo que haga acabaré en el mismo lugar, porque es lo que me corresponde; y cuando pienso asÃ, lo pienso desde mi visión ultraoptimista de la vida, intentando entender que todo lo que sucede tiene una razón, y que al final todo es para bien, es lo mejor que podÃa suceder. Pero si existe el destino… ¿QuerrÃa conocerlo? ¿Me lo creerÃa si me lo dijeran? ¿IntentarÃa luchar contra él? Es algo asà como cuando te leen el futuro… ¿no da un poco de miedo saber qué tienes que esperar? Me da que el segundo trabajo más antiguo de la humanidad es la profecÃa – que se ha ido desarrollando desde los Oráculos hasta las lÃneas del Tarot.
El drama de AntÃgona es totalmente diferente. La maldición corre en su sangre exactamente igual, pero lo que le arrastra a ella no es el destino, es el deber. Un deber que ella tienen tan claro que no le importa desobedecer la ley, una ley completamente injusta. Y sólo ella es valiente, sólo ella es consciente, sólo ella la rompe. Su deber, sus valores, su amor están por encima de cualquier ley humana. El sufrimiento de un inocente es algo con lo que no puede virir, asà que decide saltarse la ley para poder ser Ãntegra, estar en paz y ser libre. Y pensando en hoy, pensando en Grecia, en España y otros lugares donde leyes injustas están matando a tanta gente, donde tanta gente inocente está sufriendo, tengo que preguntarme: ¿Seré tan cobarde como para vivir mi vida dócilmente y sin hacer nada? ¿MorirÃa por un ideal? ¿Dejaremos que nuestros polÃticos continúen matando a los nuestros mientras ponemos fotos de nuestras vacaciones en nuestros perfiles de las redes sociales?
Espero y deseo que estas preguntas resuenen en el pecho de otra gente. Espero que decidamos que podemos crear nuestro destino, que podemos cambiar las cosas y que no tenemos miedo de desafiar leyes injustas, porque lo que podemos ganar es mucho más que lo que podemos perder.