5 de junio de 2013
¿Cómo obtener resonancias de órgano, gotas cayendo al agua, campanadas y el viento resoplando, todo en el mismo instrumento? ¿Cómo estirar el tiempo a tu antojo y conseguir que los cambios bruscos suenen con la misma naturalidad que los rubatos? ¿Cómo encontrar mil matices de intensidad y conseguir bajar el motor de 100 a 10 en milisegundos, y sin romper el legato? ¿Cómo emocionar e impresionar a todo un auditorio cuando hay una persona roncando sonoramente en primera fila durante todo el concierto? Elisabeth Leonskaja tiene la respuesta: siendo auténtica. Su autoridad al elegir los silencios entre movimientos, soltar el torrente de pasión en cada acorde forte, o matizar con sonoridades inimaginables las escalas, no tiene contestación. Nace de su respeto a sí misma, de su deleite en la magia que crea en cada pieza, igual sobre el escenario que en la intimidad de su casa. Esta noche no he estado en un concierto de piano, ha sido una clase magistral de autenticidad artística. ¡Brava, maestra!
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