June 24, 2013
Trabajar detrás de una barra no es tan malo como mucha gente cree. Te permite muchas cosas: ligar con l@s que te gustan, bailar mientras trabajas… y OBSERVAR a la gente desde una perspectiva más que privilegiada.
Bueno, pues el pasado fin de semana estuve en una de las barras de Fire, la discoteca de Vauxhall, en Londres, y hubo un montón de gente que vino a disfrutar de las mezclas de Luciano. Hacia la mitad de la noche andaba por allí un chico de unos 25 años, 1.90m, bien musculado y bronceado, con el pelo recién cortado al estilo de los 90 y una camiseta ajustada de un blanco brillante que hacía juego con sus dientes. ¿Estáis pensando en Johnny Bravo? Exacto. Era él, pero con el pelo castaño y sin gafas de sol. Y resulta que este chaval estaba ligando con un par de chicas que fingían que no les daba un telele de tenerle enfrente. El alcohol ayudaba.
![](https://static.wixstatic.com/media/663d12_54104b8e626a4baab2aebcce2417933e~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_735,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/663d12_54104b8e626a4baab2aebcce2417933e~mv2.jpg)
Pero entonces, de repente fui testigo del ritual de apareamiento más fascinante que haya visto nunca. Él sonreía a una de las chicas, afirmaba con la cabeza y la intentaba convencer de algo a lo que ella respondía con mirada extrañada. Y entonces, OH SÍ, NENA, SÍ, él levantó su codo con la mano en la nuca y LE OFRECIÓ EL SOBACO PARA QUE ELLA LO OLIERA. Y no contento con hacerlo una vez, lo repitió de nuevo con la otra chica. Lo que pude disfrutar las sonrisas falsas, ojos como platos e incapacidad de articular palabra de ellas; tanto como disfruté la risa de él, acompañada de su sentimiento de orgullo y de haber hecho algo grande. Me flipó ese momento, y me supo mal no tener unas Google Glass a mano -incluso aunque aún no las hayan sacado a la venta… ¡¡Pero eso no me iba a impedir a mí compartir la imagen con vosotros!!
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